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No soy prisionera del tiempo.No tengo límites ni confines,Soñadora de sueños inalcanzables.Libre, por que mi vida es libertad y tengo que conseguir que lo sea.
Antes de leer este blogger (si es la primera vez que lo hacéis) os pediría que visitarais la sección de "La explicación" Ahí os explicara de que va un poquito este blog ¡Un beso!

La historia.



Señales de vida.

Prólogo:


Debajo de la sombra de un árbol dos niños de la misma edad sonríen apasionados,los ojos de él, verdes, tan brillantes que parecían don gemas brillantes la miraban enamorado.

Se colocó detrás de ella mientras la susurraba con dulzura:
-Cierra los ojos- Ella sin pensarlo los cerró, confiaba en él, en él plenamente y aquel día tan especial para ella ya que era su doceavo cumpleaños solo quería pasarlo con él.
-Ya, abre los ojos- La mano de la chica se la llevó al cuello y con una sonrisa le agradeció:
-Gracias Ángel, gracias de verdad- Y con esas palabras se fundieron en un bonito abrazo.
-Espera, todavía queda lo mejor- Y de detrás de el árbol donde se encontraban, donde la había llevado sacó una guitarra y comenzó a tocar notas preciosas, dedicadas para ella exclusivamente.
La niña emocionada comenzó a llorar escondiendo su cara en sus manos, él niño que la 
estaba mirando dejo de tocar, dejo la guitarra a un lado y la preguntó:

-¿Por qué lloras?-Las manos de él le quitó las suyas de la cara de ella y con su dedo socorrió a una lágrima vagabunda que viajaba por la mejilla.
-Porque ... porque nada es tan perfecto como mi vida ahora mismo, mi felicidad ahora es tan grande que nadie podría destruirla- Y entonces ocurrió, sus labios se juntaron a los suyos por primera vez, sus lenguas contactaron de forma tan especial que hasta le dio un pequeño escalofrío pero aquel escalofrío era la felicidad misma, que le acariciaba la espalda con la mano para decirle adiós, el beso acabó y en un profundo abrazo se fundieron los dos.
-Tengo que contarte algo...- La apretó contra él-Me voy a mudar... y no puedo hacer nada por evitarlo.
La niña se quedó petrificada al oír aquellas palabras tan injustas ¿Porque?¿Por que cuando su vida no puede ir mejor se derrumba?
-No puedes irte-La niña se lleva una de las manos a la cara para ocultar sus ojos, sus lágrimas...-No quiero que desaparezcas.
Él niño, que nunca antes había soltado una lágrima por nada, la soltó dejándola caer lentamente por su mejilla. La abrazó más fuerte aún y en un susurro, haciéndose paso entre el nudo que le impedía hablar la dijo:
-Te amo- Y con esas palabras los dos niños lloraron, como nunca antes lo habían hecho.El niño se separó de ella y con una sonrisa de par en par apartándose las lágrimas de la cara la cogió de la mano - Estaré hasta cuando ya no me tengas y te tendré aunque no te posea- El quedo frente a ella y deposito un beso en su mejilla.
La tarde pasaba rápido y la niña temerosa de perderle en esos instantes no fue capaz de evitar no preguntarle...
-¿Cuando te marchas?
-Esta misma noche- La niña bajo los ojos y miro hacia el suelo desconsolada- ¡Venga! No te pongas triste que no me gusta verte llorar... ¡Además!- Sus brazos se colocaron en su nuca- Ese colgante de doble corazón, es el tuyo y el mío unidos para toda la eternidad, para que nunca me olvides, para que pienses en mi como yo lo haré en ti y para que sepas que algún día volveré a por ti-El niño la sonrió de nuevo- A si que alégrate, que hoy es nuestro último día juntos y quiero que sea el mejor. Por que aunque las despedidas sean tristes, quiero que esta sea feliz, porque este "Adiós" es el comienzo de un viaje para después volver a encontrarnos y pasar el resto de mi vida contigo...
Los dos se pararon en seco, se miraron y se volvieron a fundir en otro beso sin final, con una despedida pero con un nuevo comienzo.
Una semana más tarde: Un sueño, un bonito sueño, con él, con él de nuevo. Desde que se marchó, no había día alguno en el que no se acordara de él, en el que no tuviera un bonito sueño con sus besos interminables...
Abrió los ojos triste por que su sueño fuese tal y como se diría un sueño. Pero se acordó, se acordó de sus últimas palabras antes de que se fuese: "Te enviare cartas de todo lo que me ocurra y me pase y te contaré lo mucho que te echaré de menos"
Saltó de la cama entusiasmada por el hecho de que le hubiese mandado una carta y corrió como una loca hacia las escaleras.
Cuando llegó a la cocina su hermano mayor que estaba sentado apoyado en la mesa de la cocina, con la mirada triste y confusa. Escondido bajo la capucha de su sudadera, a lo mejor ocultando algunas lágrimas.
La niña preocupada miró a su alrededor sin ver rastro de sus padres.
-¿Que..que ha pasado?- Confusa y preocupada se acercó a su hermano que la abrazó entre sus brazos, apoyó la cabeza en el hombro de ella y extrañamente comenzó a llorar.
-Hermanito...¿Que pasa?- Le preguntó la niña abrazándole ella también. Este la miró mientras ella le apartaba las lágrimas de los ojos.
-No se... no se como decírtelo...-Le respondió él abrazándola más contra sí- Ángel de camino a su nuevo hogar con sus padres, han tenido un accidente y... han muerto.
La niña petrificada por lo dicho cerró fuertemente los puños mientras en sus ojos se empezaban a acumular las lágrimas.-No...¡NO PUEDE HABER MUERTO!-Le gritó- ¡SOY INCAPAZ DE CREÉRMELO!- Se parto de su hermano y calló al suelo, sus piernas dejaron de responder comenzó a llorar, el dolor en aquel momento era inmenso, su corazón se rompía, su esperanza se anulaba, su felicidad acababa y su tristeza aumentaba.Si el estaba muerto¿Que significado tenía vivir?

-¡NO PUEDE MORIR!¡NO PUEDE MORIR!-Gritaba entre lágrimas-¡NO!¡ESTA VIVO! Por favor...¡ESTÁ VIVO!-Gritaba desconsolada, su hermano la miraba entre más lágrimas y la volvió a abrazar mientras ella lloraba en su hombro y susurraba- No esta muerto, no puede haber muerto...



Capitulo 1 -Un corazón perdido.

Sus labios me recorrían el torso desnudo con fiereza, sus manos rozaban cada milímetro de mi cuerpo. Sus labios fríos me besaban los míos con fuerza, parecía que deseaba poseerme, deseaba no dejarme nunca.
Sus manos cálidas pasaron por el filo de mi pantalón mientras me besaba con fuerza, poco a poco lo fue desabrochando y yo le ayudaba. Me bajo el pantalón lentamente fijándose en cada parte de mi cuerpo que quedaba al descubierto, cada curva, tiro de ellos con fuerza al final del recorrido tirándolos al suelo de su habitación. Nuestras respiraciones aceleradas aveces entrecortada por los besos desgarradores que nos dábamos.
De nuevo sus manos comenzaron a recorrerme el torso hasta dar con mis pechos que los besaba y tocaba con fiereza, con tanta que hasta conseguía hacerme daño, pero un dolor satisfactorio.Entrelazo sus manos en mi pelo mientras yo le desabrochaba lentamente el cinturón, desabrochando su botón y bajando la cremallera de la bragueta.
Se puso de pié ya que estaba sentado deshaciéndose de una vez de ellos después de aquella acción me cogió con ambas manos la cara y besándome sin parar los labios me empujó hacia la cama quedando completamente tumbada boca arriba. Se colocó encima de mi besándome con aún más fiereza. Nuestros cuerpos medio desnudos chorreaban sudores cálidos. Se arrimo aún más ami y volvió A entrelazar sus dedos en mi pelo mientras seguía besándome, alguna vez que otra me mordía el labio inferior. Cada vez nos encontrábamos más eufóricos y que la casa iba a ir más lejos cuando una de sus mano se comenzó a introducir en una de mis braguitas y yo no le replique ni le dije nada. Pero no fuimos más lejos ya que algo le hizo parar en seco.
-¿Pero que cojo..?-Agarró el collar mirándolo. Se incorporó poniéndose enfrente mía, yo no me moví,preferí quedarme quieta.
-¿Qué te pasa?-Esa pregunta le hizo pegar un puñetazo a la cama, enfadado cogió el colgante intentando arrancármelo, estirazando de él, provocando que mi respiración parara, apretando tanto mi cuello para ahogarme.
-¿Que qué me pasa?¿Que qué me pasa Alexandra? ¿Vas enserio?- Estirazó más de él, cogí sus manos que me agarraban el collar intentando forzarlas para que me soltara, cada vez comenzó a faltarme más el aire- ¿Por qué sigues con ese collar? ¿No era de tu ex-muerto?¡Ni hoy te lo quitas!¿Es que todavía le recuerdas?¿Es que todavía estas enamorada de ese invecil que te dejó sola?-dijo más enfadado aún, apretó la madibula estirando más, me levantó un poco de la cama de tal fuerza,arañe sus manos, pero eran demasiado fuertes para que yo las hiciera un poco de daño.
-Suel...ta...me....-No conseguí pronunciar ni una palabra más.
Aunque sabía que no era la mejor opción, no iba a dejar que me matase aquel idiota que supuestamente era mi novio...
Le pegué una patada en las partes masculinas que tanto duelen. Del golpe calló de la cama soltándome  de la cadena,dando un grito de dolor. Se agarró con ambas manos la zona golpeada mientras soltaba por su boca varios gritos, quejas y algunos insultos. Tosí varias veces dolorida por la asfixia sufrida. Cogí aire antes de hablar pues lo necesitaba.
-Eres... un idiota-Me agarré el collar con fuerza- ¡No tienes la más misera idea de lo que has dicho!¡Pensé que tu entendías lo que pasé... pero ya veo que no.Ahora, déjame, y muérete de dolor asqueroso- Dije entre lágrimas, me dolía que me hubiera hecho eso, él fue al que en mucho tiempo le di una oportunidad de estar conmigo, pensé que no podría estar con nadie después de la muerte de Ángel, después de la muerte pasé depresiones interminables y entonces... pero aunque hubieran pasado seis, seis asquerosos años, no había día en cual no se acordara de él.
Era mi oportunidad, mi oportunidad para escapar de sus garraras, salté de la cama y lo más rápido que pude cogí mis cosas esparcidas por mi habitación y mientras andaba hacia la salida de la casa me iba poniendo el sujetador. Cuando llegué a la puerta grité intentado hacerme paso de ese nudo enorme que me entorpecía hablar:
-¡No me busques asqueroso!
Abrí la puerta.
-Pero Alex...-Susurró arrastrándose desde la habitación.
-¡Que me dejes!-Le grité una vez más. Hecha una furia, salí dando un portazo.
Llame al ascensor para que subiera y cuando por fin subió y se abrieron sus puertas, entré rápidamente y cuando cerraron sus puertas, caí de bruces al suelo entre un río de lágrimas.



Capitulo 2- Una extraña mujer.


Esperé a que llegara el maldito autobús que me llevaría de vuelta a casa. ¿Y esto cómo se lo explico yo a Jonathan? Me va a hacer preguntas...
Me toqué el cuello acariciándolo suavemente para no hacerme más daño del que estaba hecho. Solté un triste suspiro y me lo escondí en el cuello de la camisa, aunque sabía que se veía intentaba ser los más precavida posible.

If I had to; I would put myself right beside you; So let me ask; Would you like that?Would you like that? ...

Mi móvil sonó por milésima vez con el tono de Breaking Benjamin - The Diary of Jane 
Era Bryan el maldito gilipollas que hacía menos de una hora me había intentado estrangular... Apagué el móvil cansada y en el reflejo de éste, que hacía de espejo, me vi las horrorosas marcas de sus manazas. Me sentía ridícula algo que odiaba, avergonzada e idiota. ¿Por qué?¿Por qué el chico que me sacó del agujero negro en el que me encontraba ahora me hace esto? No lo entiendo. ¡Se cree que olvidaría a Ángel tan fácilmente! Y una mierda. ¿Por qué confié de él?, porque me volví a "enamorar" ¿Por qué no vi que realmente estaba celoso? ¿¡Por qué confié en él!? Poco a poco mi tristeza interior se convirtió en una extraña ira que me recorría todas las venas de mi cuerpo hasta llegar al corazón donde ésta aumentaba. Me cambiaba el humor, sinceramente, no sabía por qué...
-¡Mierda!¡Mierda!¡Mierda!-grité mientras pateaba a una farola.
Una mujer que se encontraba a mi lado me miró raro, me tocó el hombro haciendo que me diera la vuelta para mirarla:
-No sé qué te pasa, ni qué haces, pero tus problemas no los vas a arreglar dando patadas como una niña pequeña a una farola- me dijo ella cogiéndome de ambos hombros. Era bajita y delgada, con ojos marrones color miel casi podría decirse que eran amarillos, su tez era pálida como la leche y las arrugas se marcaban la mayor parte de la cara y su pelo era rubio recogido por un moño. Llevaba un vestido lila con estampados de flores chiquititas en azul marino y unas zapatillas con una forma muy peculiar, finas de los dedos pero anchas de talones, parecían dos triángulos.
-No se hace usted a la idea por lo que estoy pasando señora. Creo que antes de cargarme a alguien prefiero patear a una farola- Mi contestación fue borde pero intenté ser lo más educada posible.
-Sinceramente creo, que si tan grandes son tus problemas deberías de contárselos a alguien en quien confíes -me respondió ella en una cálida sonrisa.
Me quedé pensando. ¿A quién podría contárselos? Si le contaba esto a Jonathan seguramente que perdería los estribos; mis amigos del instituto, Harry, Danny, Delena, Thalia y Taylor tampoco eran los más adecuados para escucharlos. Como no se los contase a la almohada creo que no se los podría contar a nadie.
Miré a la mujer que esperaba mi respuesta en un "Sí, se los contaré a alguien" pero se equivocaba, la iba a contestar pero no con esa respuesta.
-No puedo contárselos a nadie, son demasiado privados para que nadie los escuche y de todas formas ¿Quién querría escucharlos? No hay nadie en este mundo que me entienda y la única persona que lo hacía desapareció de mi vida en un abrir y cerrar de ojos. Me encuentro sola, en un mar de dudas, de contradicciones, de raros sentimientos que no puedo comunicar a nadie de mi alrededor.
-¿Por qué no me los cuentas a mí?-preguntó la mujer en una sonrisa más amplia. Vale, bien... me había topado con una de esas abuelillas que no tienen mejor cosa que hacer las pobres que meterse en los asuntos de los demás, es decir que son unas marujas.
-Creo que esa no es la mejor opción, no quiero sonar desconfiada ni nada parecido pero ...¿Qué me garantiza que no lo contará?¿Qué es lo que me dice que puedo confiar en usted?-le pregunté esta vez yo a ella. Esta mujer podría contárselo a cualquiera, a sus nietos, a sus hijos, a su vecina de enfrente con la que charla todas las tardes tomando el té. ¡A quién fuese!
-¿Y qué te garantiza a ti querida que me vas a volver a ver?- me preguntó ella sentándose en los asientos que hay para esperar el autobús. Bajé la mirada desconcertada, no me esperaba aquella respuesta.
Miré a la carretera para ver si venía el bus pero no llegaba, solía tardar lo suyo... 
-Está bien- Suspiré hondo sentándome a su lado con la mirada triste- Hace algunos años cuando yo tenía doce escasos años, el chico del que yo me había enamorado falleció pocos días de cumplir yo los años. Me regalo esto por mi cumpleaños, un corazón que sembraba nuestro amor, que supuestamente él tenía una replica exacta. Me quité el corazón con delicadeza enseñándoselo- Sus padres debían mudarse por asuntos de trabajo y él me prometió que volvería a por mi dándome el collar  para que no me olvidara de él. A los escasos días me informaron que había muerto en un accidente de coche quedándome sola y decaída- El recuerdo de su muerte provocó que una lágrima pasajera cayera por mi mejilla, sonreí a la mujer sorbiéndome los mocos y apartándome la lágrima de la cara- Años después yo seguía en una inmensa depresión que ni con psicólogos ni nada conseguían deshacerme de ella. Entonces conocí a Bryan, el chico que me saco del oscuro hoyo donde me encontraba y poco a poco me enamoré de él, pero no tanto como estuve de Ángel... Me ayudó a superar mi depresión y después comencé a salir con él pensando en poder rehacer mi vida, intentando olvidar el pasado, pero eso fue imposible. Hoy por celos ha intentado estrangularme...
-¡Por celos!, ¿de quién?-La señora que escuchaba atentamente preguntó muy interesada.
-De Ángel, el chico que falleció...-Cerré los ojos intentando contener mis lágrimas. La mujer que me miraba bastante intrigada sacó un paquete de pañuelos y me entregó uno de éstos.
-Gracias- le dije cogiéndolo de su mano.
-Ya decía yo que esas marcas en tu cuello no eran muy normales...-La mujer examinó mi cuello apartándome un poco el cuello de mi camisa-Te voy a dar un consejo a sí que no lo olvides nunca, ¿vale?- Me cogió de la mano que se encontraba encima de mi pantalón-No intentes rehacer tu vida. No intentes hacer que lo pasado nunca sucedió, acéptalo y sigue tu camino hasta el final y ahora..¡Denuncia a ese desgraciado!¡A Bryan!-La reacción de la mujer me sorprendió bastante cuando me dijo la frase final, todo sonaba tan bonito, tan profundo y de pronto me suelta aquello.
Al quererme darme cuenta el autobús que yo esperaba ya abría sus puertas. La mujer se quedó sentada mientras yo me levantaba.
-¿No viene?- Su cara volvió a mostrar una dulce sonrisa mientras ladeaba la cabeza.
-Yo espero otro autobús.
Me despedí de ella y le agradecí el haberme escuchado. Me subí al bus con una extraña sensación y por raro que parezca un buen sabor de boca. Pagué y me senté en un asiento que daba la cara a los del otro lado. Me eché el pelo hacia atrás mirando hacia el mismo lado con los ojos cerrados y un tanto confusa ¿De dónde ha salido esa mujer? No sabía ni como se llamaba...¿Debería de denunciar a Bryan por lo sucedido? Lo más importante: ¿dónde me meto el cuello para que no lo vea mi hermano? Dios... Alexandra deja de comerte la cabeza ¿Vale? 
El autobús paró y me comencé a poner nerviosa. ¿Qué hago? No podía esconderme de mi hermano... A lo ocurrido pecho, o a lo hecho pecho... Pero yo no había hecho nada, bueno sí, llevar el colgante...
Bajé del autobús que paraba justo delante de mi casa. Saqué las llaves y recé porque no estuviera Jonathan. Entré en la casa sigilosa y entonces...
-¡Hola! Qué pronto has llegado ¿no? ¿Qué habéis hecho? -Jonathan, mi hermano mayor por cuatro años y además mi tutor me saludaba feliz, radiante y contento. 
- Nada...importante que digamos- Me miró intrigado y me apartó el cuello de la camisa, sus ojos cambiaron de felicidad a ira, tanto que parecía que sus ojos comenzaron a llamear. Me aparté de sus manos e intenté subir a mi habitación pero Jonathan me cogió del brazo parándome en seco.
-¿¡Qué te ha hecho ese mal nacido, Alex!?-me preguntó enfurecido-¿¡Que qué cojones te ha hecho ese cabrón Alexandra!?
-No lo estás viendo ya...-Miré al suelo avergonzada intentando apartarme de su mirada. Cuando se ponía así realmente me daba miedo, lo que podría hacer con tal de protegerme.
-¡Se va a arrepentir ese hijo de la grandiosamente puta de esto, ¡va a pagarlo!- Me soltó del brazo y como un rayo cogió su chaqueta de cuero y salió de casa abriendo la puerta de par en par, pegando tan fuerte mente a la puerta que ésta chocó con la pared y sonó un fuerte golpe. Apretando los puños se aproximó a su moto.
-¡Jonathan!¡Jonathan!¡No hagas nada por favor!-le grité, pero no iba a poder pararle. Salí de la casa y a un taxi que se aproximaba le paré. Mi hermano ya había arrancado su moto hacia su objetivo: Bryan.

Capitulo 3-Las esposas



Me subí al taxi y acto seguido me abroché el cinturón, el hombre que me miraba intrigado arrancó el coche imaginándose que llevaba prisa.
-Siga a esa moto- El coche comenzó a seguir la moto de Jonathan que había comenzado a desaparecer por su rapidez.
-Ha desaparecido- El hombre que era calvo y rechoncho comenzó a ir calle arriba indeciso, miraba hacia todos lados buscando la moto azul que conducía mi hermano.
-No se preocupe, sé a donde va. Vaya a la calle "Doctor Logan"- Decidida me quité en cinturón y me pasé al asiento del copiloto pasando entre los dos asientos delanteros y el apoya-brazos- No se preocupe, yo le iré indicando.
-Gracias. ¿Giro a la derecha?- me preguntó. Para ser taxista no saberse las calles tiene delito...
-Sí, y ahora pase esa calle y métase por esta. Ahora gire a la izquierda y siga hacia delante. Eso es, mire. ¿Ve esa calle? Métase y ya llegamos- Por suerte nos pillaron todos los semáforos en verde a sí que conseguimos alcanzar su moto pero, no había nadie en ella. Estaba apoyada en la pared, mierda, había llegado tarde. Revolví en mi bolso en busca de dinero y le di todo lo que tenía.
-Esto es mucho se...- El hombre se sorprendió de que casi me tirara con el coche en marcha y encima de haberle dado más de veinte euros cuando la que ha tenido que guiarle había sido yo.
-¡No se preocupe!- Le grité corriendo hacia el portal de Bryan-¡Quédese con todo!¡Gracias!
Y con aquellas palabras me despedí de él, el hombre contento, arrancó su bólido sin parar de sonreír.
La puerta del portal estaba rota por el portazo dado por mi hermano, los cristales caídos en el suelo y los gritos provenientes de arriba me hicieron pararme delante del portal. ¿Que debía de hacer? No podía parar a mi hermano en un estado de ira como este. Agobiada por el propio miedo cogí la poca valentía que quedaba en mi interior y subí las escaleras corriendo, decidida, concienciada a poder encontrarme de todo, cualquier cosa.
Llegué a la puerta de la casa de Bryan y estaba abierta. Escuché gritos provenientes de la habitación y insultos de mi hermano, recorrí la casa nerviosa hasta llegar a la habitación.
 Nunca podré olvidarme de aquella escena, estaba todo tirado por todos lados, el cabecero de la cama estaba partido por la mitad, las sábanas en el suelo, la lampara en el suelo (también) hecha pedazos, todo estaba tirado y lo peor de todo fue ver a mi hermano encima de aquel cobarde sin parar de darle puñetazos, uno detrás de otro, la sangre derramada, los gritos...
-¡Hijo de puta!¡Vas a pagar por esto!¡Te lo juro!¡No le vas a volver a tocar un pelo!¿Me oyes? ¡Como la toques te mataré!¡Te lo juro!
-¡Jonathan!¡Para!¡Vas a matarle!- le grité echándome encima suya cogiéndole de los brazos intentado inmovilizarlo.
-¡Eso sería el menor doloroso de los castigos!-me gritó él mientras le pegaba.
No puedo hacer nada, no puedo pararle, no puedo...no puedo...

                   
Las horas se hacían eternamente largas en aquella pequeña celda, mis manos todavía seguían entumecidas por las esposas que hace apenas una hora me habían quitado. El interrogatorio fue largo, no tenía ganas de hablar, no después de todo lo que había pasado y sin embargo tuve que hacerlo por cojones.
Vaya mierda ¿Por qué tuvo que llamar ese estúpido vecino a la policía? Ahora puede que metan a Jonathan en la cárcel... ¿Y yo? Me quedaría sola y me llevarían a algún centro de menores. ¡Mierda!
Di un puñetazo a la pared  y grité de dolor. Me jodía muchísimo, me jodía de verdad el saber que todo esto había pasado por el colgante... Le di otro puñetazo a la pared esta vez, se me levantó la piel de los nudillos y volví a gritar.
Una chica con el pelo rojo de verdes ojos penetrantes me miraba sentada desde el otro lado de la celda, sí, la compartíamos, de ella salio una risita nerviosa.
La miré entre la cólera del momento y le dije en un tono borde:
-¿De qué cojones te estas riendo? Creo que no hay nada divertido.
- Sinceramente, de ti- Su respuesta fue aún más cojonuda. Aquella mala leche me recorría las venas de un lado a otro, tenía ganas de pegar a alguien hasta matarle... Ahora comprendía a mi hermano.
-¡Vete a la mierda!-le grité- No puedo más, ¡joder!
Fui descendiendo lentamente hasta tocar el suelo y sentarme, mis rodillas encogidas, me llevé las manos a la cabeza y suspire e inspiré intentando relajarme. Eso era lo que me decían los psicólogos cuando era pequeña...
-Joder hija, relájate porque vamos...- Su tono borde me ponía más nerviosa de lo que ya estaba. Cerré los ojos intentado aislarme de sus palabras, de sus risas pero era imposible- Me pregunto por qué coño estarás aquí. No tienes pinta de mala chica.
-Eso no te incumbe-Mis palabras volvieron a sonar bordes- siento sonar borde pero es así.
Levantó una ceja y volvió a reír.
-Eres graciosa -dijo ella partiéndose el culo de mí en mi cara.
-Si vamos, que gracia más grande...- Por los huecos de los barrotes vi como traían a mi hermano-¡Jonathan! ¿Estás bien?-Me levanté del suelo y me apegué a los barrotes.
-Sí, no te preocupes ¿vale? Mañana saldremos de aquí, van a venir a por nosotros- Los policías que llevaban a mi hermano le empujaron obligandole a andar hacia delante. Le meterían en otra celda eso seguro.
La del pelo rojo nos miraba con una sonrisa.
-Qué bonito. Mírales, qué tiernos- y volvió a reírse.
Me coloqué delante de ella cansada de sus risas.
-¿Qué? Venga dime. ¿Qué coño tengo de divertido? Estoy harta de tus risitas.
-La forma que tienes de comportarte es tan estúpida...
-Si supieras, sabrías si es estúpida o no...-Miré al suelo apretando los puños. Ella suspiró y su sonrisa desapareció.
-No te rindas tan pronto, así no conseguirás nada...
-Ya, pero creo que es imposible llegar a ganar esta partida-Me senté junto a ella mirándola, cansada...intentando descubrir por donde iban los tiros.
-La vida es una partida de ajedrez, busca la estrategia para llegar al final y así ganarás- ¿Se suponía que era un consejo? Porque era muy buen consejo, nadie me había dicho antes que no me rindiese, salvo una persona...Ángel
-¿Y si no sabes jugar al ajedrez?- la pregunté.
-Pues léete la guía de instrucciones, o pregunta y aprende- dijo ella en un tono divertido. Solté una simple risa. No me había parado a mirarla con detenimiento antes, era blanca como la nieve, pálida mas bien; tenía el pelo totalmente rojo, rojo fuego, rojo intenso, un rojo bastante bonito; tenía unos ojos verdes penetrantes , bastante bonitos para mi opinión; un piercing con forma de aro en el labio inferior; llevaba una chaqueta de cuero con capucha y una camiseta de una calavera en conjunto de unos vaqueros campana del que colgaba una gran cadena de hierro y en los pies unas converse grises.
Nos quedamos en silencio hasta que ella lo rompió, me dieron ganas de agradecérselo porque era bastante incómodo.
-Y bueno, ¿cómo te llamas?
-Alexandra pero llámame Alex ¿Y tú? ¿Como te llamas?- Le sonreí intentando ser agradable.
-Yo Ariana pero llámame Aria- Me guiñó el ojo y se rió, yo la imité.
-Eso está hecho- Era bastante agradable, me estaba empezando a caer ¿Bien?
-Una pregunta ¿Era tu novio el tal Jonathan?-Me miró dándome un codazo y subiendo y bajando la ceja arriba y abajo varias veces, algo que aparte de hacerme sentir incómoda me hacía gracia.
-No, es mi hermano mayor-dije entre risas.
-¿Enserio?¿De verdad?- Su picardía me gustaba...
-En serio.
Pasaron los minutos y las horas, ya no sabía ni que hora podía ser, me imaginaba que las doce o las once de la noche. Se me pasaba rápido ya que hablando con Aria me entretenía.
Un policía abrió la celda y detrás de él apareció un chico rubio alto y corpulento, con el pelo revuelto y los ojos grises azulados.
-¡Jaime!- Me abracé a él y él me recibió por igual.
-Me debéis una- me susurró al oído-Me habéis cortado todo el rollo con mi novia que lo sepáis-Le miré con una sonrisa pícara.
-Gracias- Se lo tenía que agradecer, le tenía que agradecer haber venido a sacarme de este infierno.
Jonathan apareció por detrás y no dude en darle a él en un profundo abrazo.
-Gracias, te he metido en un problema por mi culpa, lo siento- Me apretó contra él.
-No te preocupes, te voy a proteger pase lo que pase. Eres lo único que me queda y no pienso perderte...-Deposito un beso en mi frente.
-Bueno chicos, como veréis yo estaba haciendo una cosa y con la prisa de salir corriendo me he dejado las llaves dentro de casa, así que...¡Duermo yo y mi novia en vuestra casa!
Jonathan y yo nos miramos y nos empezamos a reír.
-Ahora en serio. ¿Te las has olvidado?
-Sí...
-Muy listo primito- Mi hermano le hecho el brazo por los hombros y comenzaron a andar hacia el exterior y no pude aguantar no despedirme de Aria.
-Encantada de conocerte Aria, espero verte en alguna otra ocasión y espero que salgas de aquí pronto...- Le dije despidiendola con la mano.
-Lo mismo digo- Me despidió con la mano y así nuestros caminos quedaron divididos...
Salí al exterior junto a ellos y mi primo Jaime se aproximo hacia una chica rubia y guapa que estaba sentada en un banco jugueteando con el móvil, al verle se levanto aproximándose a él.
-Primitos, os presento a mi novia Aura...